Este domingo 22 de marzo celebramos un nuevo Día Mundial del Agua, declarado como tal por la ONU en 1993 para concientizar sobre la crisis mundial que vive este recurso, y además entramos oficialmente en el tercer año del Decenio de Acción para el Agua (revisar nota adjunta), declarado por la misma con miras a promover metas de la agenda 2030 ligadas al recurso hídrico en medio de la crisis climática que se vive actualmente a nivel mundial.
Particularmente, en Chile nos encontramos con severa vulnerabilidad en este aspecto, y utilizaremos estos hitos que llaman a la reflexión sobre el elemento que nos habita y acompaña en nuestro diario vivir, para comprender la importancia del agua para la vida: el necesario entendimiento de nuestra obligación para con el agua, ameritando respeto; y una comprensión holística de cómo esta incumbe a todos los seres vivos, incluso desde los ciclos abióticos.
Si bien nuestro planeta Tierra pudiese llamarse Agua por la evidente cantidad de este recurso vital que se aprecia en imágenes satelitales, el humano se siente más seguro con los pies en la tierra, y desde ahí es capaz de dividir estos elementos sin percibir cómo se entrelazan en sus ciclos. Discierne incluso entre agua salada y dulce y, al ser esta última un 3,5% del agua total en el globo, es prácticamente la víctima de todas nuestras necesidades y ante su escasez actual abundan las propuestas disruptivas en desmedro del ambiente para asegurar nuestro consumo y producción.
Con una estructura social y constitucional que lo avala, hemos dispuesto del agua como un recurso o un bien, a tal nivel que explícitamente en palabras del presidente el hecho de que los cauces desemboquen es que “se pierda en el mar”, mostrando una falta de comprensión de los ciclos y justificando con ello la sequía de estos. O, más bien la escasez hídrica, porque se le da prioridad a la agroindustria y la minería en los inicios de sus cauces o incluso desde el deshielo mismo del glaciar, en ausencia de una ley que ampare a los usuarios aguas abajo. A partir de esta lógica es que se generan múltiples pero a veces no tan evidentes problemas por la mega sequía y por la forma que tenemos de relacionarnos con el agua, afectando a Chile de norte a sur, no necesariamente implicando una escasez de precipitaciones. Aquí pretendemos demostrar la diversidad de casos, con sus respectivos enlaces, que nos expone esta crisis hídrica y nuestro vínculo con el agua:
- *Acaparamiento de los derechos de aprovechamiento de aguas por parte de la industria de la palta en Petorca, dejando sin agua a las localidades aguas abajo.
- *Pérdida de agua para los pozos de los sistemas de agua potable rural de las localidades dentro de la comuna de San Pedro de Melipilla, causada por el avance de la agroindustria.
- *La Laguna Aculeo presenta una disminución en su profundidad desde los 6 metros a sólo 80 centímetros, debido a la sequía y al avance de la agricultura en los alrededores (Timelapse hecho con imágenes Landsat de los años 1984 – 2018)
- *Arica presenta cantidades de coliformes fecales en sus playas que superan las normas sanitarias.
- *Amenaza a la artesanía de mimbre en Chimbarongo producto de falta de agua de riego debido a la sequía.
- *La expansión urbana por avance inmobiliario sobre el humedal de Guacamayo en Valdivia
- *Deficiencias en el abastecimiento de agua potable desde las empresas sanitarias por contaminación, como han sido los casos de Osorno y Queilen
- *Pérdida de biodiversidad en caudales de agua como el Rio Loa
Y como respuesta a algunas de estas problemáticas (quizás las que más afectan a las industrias mineras y agropecuarias) se han propuesto este tipo de soluciones:
- *La corporación Reguemos Chile proyecta una carretera hídrica que nazca desde la región del Biobío para abastecer hasta Atacama, con un alto impacto en los ecosistemas.
- *Se busca que embalses cambien sus necesidades según envergadura sin necesidad de pasar por el SEA o los concursos de la CNR, se aprueba por el senado, pero se rechaza por el tribunal constitucional.
- *Administrar agua mediante camiones aljibes a la población rural.
Actualmente a nivel nacional y mundial nos encontramos con una Crisis Sanitaria donde una de las medidas más efectivas y recomendadas para evitar el contagio del virus COVID-19 es lavarse las manos de manera exhaustiva y frecuente. Esto depende íntimamente de la disponibilidad de agua dentro de los hogares, situación que no todos las y los conciudadanos posee.
Con todo lo anterior vemos que estamos perdiendo un derecho básico e irrenunciable. El agua no es simplemente un recurso: el agua es parte de todas las vidas y fluye entre nosotros en sus distintos estados. Es parte fundamental de la nutrición de nuestros bosques, a quienes también se les “dedicó” un día; pero no hablamos de monocultivo, sino de los diversos ecosistemas arbóreos y corales que logran captar el CO2 y proveernos de oxígeno al resto de seres vivos, como lo hacía particularmente el bosque mediterráneo que hoy se ve amenazado puesto que no dispone de riego como sí lo hacen los monocultivos extractivistas que invaden sus cuencas. Y he aquí el problema: ecosistemas milenarios ya no disponen de agua porque se la quitamos, la apropiamos y transamos como si sólo tratara de una inversión más a nuestra conveniencia, sin considerar impactos negativas en el entorno en el largo plazo.
Hoy en día la industria y la política (y políticos) que esta controla están en nuestra contra: a pesar de tener mayoría dentro del senado para declarar el agua como bien de uso público en nuestra constitución, el mecanismo de ⅔ nos niega en un momento crítico el poder asegurar la vida de nuestras familias, trabajadores de la tierra y artesanos, quienes no gozan de derechos de agua a perpetuidad. Esto nos distancia aún más de la intención de devolver el agua a sus cauces y a los ecosistemas a los cuales han pertenecido por cientos de años previos a la época industrial que particularmente en Chile de desarrolla de manera extractivista, lo que desde una perspectiva ancestral podría verse como la exportación de los espíritus del agua en forma de paltas, uvas y metales, sin dejar mayor rédito a la tierra que un par de morlacos para el propietario y sus trabajadores, quienes no miden las consecuencias de la devastación del territorio por acidificación que queda para las futuras generaciones, sino que solo buscan financiar su día a día.
Pues entonces nos queda un gran desafío por delante: lograr que nuestra nueva constitución y su respectivo código de aguas priorice el uso de este recurso vital para el consumo humano y de los ecosistemas que nos contienen. Nuestra carta magna es responsable de instaurar los poderes de Chile, pero no por sobre lo que nos antecede y engloba (aún más que la globalización), pues nosotros dependemos de ella en todas sus formas, en especial en el agua, y no a la inversa. Es posible también otorgarles derechos a la naturaleza: en sus cuerpos de agua como napas, ríos y glaciares, en sus bosques, en sus montañas e incluso en el mar. La ciencia nos puede ayudar, si bien fue la misma la que le intento sacar un provecho industrial, hoy evidencia que el trato que le damos a la naturaleza no es sostenible, la relación (cosmovisión) debe cambiar, siendo tarea de todos retomar esta ancestral concepción del agua como vida.
Aclaración: aunque son fácilmente confundibles, sequía y escasez hídrica no son lo mismo. La sequía es una falta temporal de agua debido a condiciones climáticas-hidrológicas (disminución de precipitaciones, derretimiento de glaciares, flujo de napas, etc). En cambio, escasez hídrica se atribuye a las condiciones de los procesos hidrológicos frente a la oferta y demanda transada en una cuenca. (más detalles en este enlace)
Nota adjunta: Decenio de acción por el agua
En sus esfuerzos por concientizar acerca de la importancia del agua dentro del desarrollo sostenible, la Organización de las Naciones Unidas declaró desde el 2018 hasta el 2028 el Decenio de Acción para el Agua, empezando y terminando el 22 de marzo de estos años respectivamente. Este no es la primera iniciativa de este tipo que impulsa la ONU por la problemática del agua: destacan el Decenio Internacional del Agua Potable y el Saneamiento (1981-1990), la Conferencia Internacional sobre el Agua y el Medio Ambiente (1992) y la Cumbre de la Tierra (1992), y si bien los problemas que enfrentaba el mundo en materia de recursos hídricos eran distintos hace 40 años, el hecho de que se repitan estas instancias tantos años después describe lo preocupante del problema. El objetivo principal de esta iniciativa es generar conciencia y redoblar los esfuerzos para enfrentar los desafíos relacionados a agua potable y saneamiento, los cuales están reunidos en el ODS6 de la Agenda 2030. Puedes encontrar más información sobre el Decenio de Acción para el Agua en su Página Oficial de las Naciones Unidas.