Una reflexión para el día mundial
del medio ambiente.
¿Quién ha vuelto al campo o a una
localidad rural después de muchos años y se ha percatado que ya no están los
árboles o bosques en los cuales jugaba de niña/niño y en su lugar existe un
cultivo agrícola o una nueva población?
En mi infancia, cada fin de
semana y verano iba a ver a mis abuelos. Me podía entretener con muchas cosas,
pero particularmente me llamaba la atención un pequeño bosque que había a un
kilómetro. Junto a mis primos, íbamos hasta allá a jugar e inventar historias
al estilo Indiana Jones, ya que había muchos matorrales con los cuales
entretenerse; además, muy cerca había un pequeño humedal, el cual usábamos para
asustar a los más pequeños inventando que saldría un gran cocodrilo.
Era pequeña y mi forma de
entretención era esa (y créanme, no la cambiaría por nada). Sin embargo, hoy
cuando visito a mis abuelos, ese pequeño lugar de diversión y aventuras ya no
existe; en su lugar, hay distintos cultivos agrícolas y ganados.
Es así como también ocurre en
otros lugares, donde poco a poco se ha ido expandiendo la agricultura,
abarcando zonas que antes eran inimaginables y siendo uno de los principales
actores causantes de la deforestación. Pero, ¿es necesario alcanzar la
deforestación para obtener cultivos agrícolas? Según la FAO (2016), los
servicios ambientales de los bosques son esenciales para la producción agrícola
debido a la función clave que desempeñan en los ciclos de agua, la
polinización, el control natural de plagas, la fertilidad de los suelos, la
regulación del clima local y la resiliencia ante condiciones ambientales
cambiantes.
Esto indica claramente que no es
necesaria la deforestación, e incluso los bosques otorgan beneficios a los
distintos cultivos, siempre y cuando se logre desarrollar una gestión adecuada.
Sin embargo, en la actualidad, un gran número de personas está basada en
obtener los mejores beneficios económicos de la tierra, convirtiéndolas de uso
forestal a usos agrícolas, y poniéndole fin a la relación armoniosa descrita
anteriormente.
Como humanos adultos (siempre
seres razonables y espirituales), olvidamos lo que nos aportan los bosques para
nuestro desarrollo personal y espiritual. Olvidamos que nos otorgan
aprendizaje, nos invita a explorar, observar, estudiar y conocer todos los
seres vivos que habitan en ellos; nos abren la consciencia proporcionándonos
valores y virtudes que muchos ni se imaginan. Toda persona que ha estado un tiempo
en un bosque o en contacto con la naturaleza coincidirá en que los bosques son
parte del mundo de nuestras almas.
Por tanto, existe una necesidad
de volver a armonizar las relaciones entre los servicios agrícolas y los
bosques, observándola como una comunidad biológica. Más ahora, donde se ven los
impactos negativos que se han desarrollado por las gestiones ya ejecutadas. Se
precisa que las dinámicas se vuelvan integrativas y se focalicen en un
desarrollo sustentable, donde las prácticas puedan ser beneficiosas entre sí.
Para lograr un equilibrio entre
los sectores productivos, entre ellos la actividad agrícola, y los recursos
naturales, entre ellos los bosques, es necesario actuar ahora. No importa la
generación a la que pertenezcas, todas las personas somos parte del cambio y de
lograr un desarrollo sustentable.