por Alexandra Fuenzalida Artigas & Isabel Ortega Andreo
Según la ONU, cada año se arrojan al mar alrededor de 13 millones de toneladas de plástico, y la mitad de éste proviene de artículos de un solo uso, como las bolsas plásticas. Esto quiere decir que, si un auto pesa alrededor de 2 toneladas, las bolsas plásticas arrojadas al mar en un año equivalen a 3,25 millones de autos juntos, ¡equivalente a la cantidad de autos que habría en la Región de Valparaíso y del Bío Bío si cada persona tuviese 1 auto!
En Chile, desde el año 2018, existe una ley que prohíbe el uso de bolsas plásticas de un solo uso en el comercio: #chaobolsasplásticas. Sin embargo, ésta no ha tenido los resultados esperados, puesto que su alcance no abarca la totalidad de los actores involucrados en el uso de estas bolsas, es decir que prohíben su uso a nivel comercial, pero no considera el tamaño de los centros comerciales que se ven afectados (su capacidad de compra, por ejemplo), ni a la población consumidora dentro de las directrices que se definieron en ella.
Dicha ley tiene un vacío, ya que textualmente indica que “se excluyen de esta prohibición las bolsas que constituyan el envase primario de alimentos, que sea necesario por razones higiénicas o porque su uso ayude a prevenir el desperdicio de alimentos”, y ahora es momento de desarrollar tecnologías y planes a nivel nacional que permitan la eliminación total de los plásticos no compostables del mercado, asegurando la inocuidad de nuevos materiales para los alimentos, y todos aquellos insumos que requieran, por algún motivo, usar bolsas plásticas hoy en día.
Posterior a la promulgación de la ley, desde el gobierno no se han desarrollado políticas que fomenten la creación de materiales que permitan estandarizar los protocolos de eliminación de basura domiciliaria (creación de bolsas compostables que, por ley, tuviesen que ser utilizadas y facilitadas a la población para almacenar la basura, por ejemplo).
Al tomar en cuenta el escenario nacional actual, el reciclaje aparece como una de las soluciones a corto plazo para evitar la contaminación por bolsas plásticas, pero la falta de acceso a puntos verdes o limpios es un impedimento para llevarlo a cabo en muchas comunas de Chile. La mayoría de estos puntos verdes o limpios se encuentran concentrados en las grandes ciudades de Chile, mientras que en las otras, la factibilidad de reciclar plásticos es casi nula, debido a la inexistencia de estos puntos, además de la inexistencia de plantas de tratamiento de residuos en dichos lugares. Así, la necesidad de ampliar la disponibilidad de estos puntos a toda la extensión del territorio nacional se hace urgente, asimismo la creación de centros de procesamiento de material reciclable.
Esto se puede lograr, concretamente, con la creación de más puntos limpios y aumento de la capacidad de procesamiento de las plantas de tratamiento en cada ciudad de Chile, o al menos por regiones, con el fin de que exista un flujo que permita y facilite la recolección de residuos desde cada rincón del país.
Otra manera de que un lugar consiga eliminar las bolsas plásticas es prohibiendo la elaboración, distribución y comercialización de éstas, y fiscalizando a mercados, tanto mayoristas (por ej., supermercados) como minoristas (por ej., ferias y verdulerías), que aún entregan bolsas plásticas de un sólo uso a los clientes.
Por último, la gestión gubernamental, además de enfocarse en la eliminación total de las bolsas plásticas, debe asegurar el uso de bolsas reutilizables, sin llegar al otro extremo del consumismo por la producción masiva de reutilizables.
Como habitantes de Chile, nuestro deber es resguardar la integridad de nuestra biosfera, y uno de los aspectos que aporta a dicha integridad, es mantenerla libres de bolsas plásticas. Así, se vuelve necesario estar alertas, activas/os y exigir que nuestras autoridades brinden la mejor gestión, que mantenga nuestro ambiente libre de contaminantes (como los plásticos) y en condiciones que permitan una vida digna para todas/os sus habitantes.