Diversidad Biológica: La Clave de Nuestra Salud

Nota por Jean Constantine y Vicente Melo

Se entiende por biodiversidad la amplia variedad de plantas, animales y microorganismos existentes, también incluye las diferencias genéticas dentro de cada especie -por ejemplo, entre las variedades de cultivos y las razas de ganado-, así como la variedad de ecosistemas (lagos, bosques, desiertos, campos agrarios,…) que albergan múltiples interacciones entre sus miembros (humanos, plantas, animales) y su entorno (agua, aire, suelo…). Este 22 de mayo se conmemora el Día Internacional de la Diversidad Biológica, y el tema de este año es “Nuestras soluciones están en la naturaleza”. En esta nota les queremos comentar la relación entre la actual situación en la que nos hemos visto envueltos sin previo aviso—el COVID-19—y la diversidad biológica, y cómo la solución a pandemias de este tipo están en la naturaleza.

La humanidad ha estado destruyendo el medio ambiente a un ritmo muy acelerado durante las últimas décadas. Entre 1980 y 2000, se talaron más de 100 millones de hectáreas de bosque tropical, y más del 85% de los humedales han sido destruidos desde el comienzo de la era industrial. Además, cerca de 1 millón de especies se encuentran en peligro de extinción. Al destruir el entorno natural, exponemos a las poblaciones humanas, generalmente con salud precaria, en contacto con nuevos patógenos. Esto debido a que los animales salvajes, que suelen estar restringidos a entornos en los que los seres humanos están casi totalmente ausentes o que viven en poblaciones pequeñas y aisladas, son potenciales reservorios de enfermedades.

En los últimos años ya se ha demostrado que la pérdida de biodiversidad modifica y aumenta la transmisión de las enfermedades a través de diversos mecanismos que generalmente tienen que ver con la modificación de las abundancias o comportamientos de los huéspedes y los vectores. Por ejemplo, en el caso de la enfermedad de Lyme, transmitida por garrapatas, se piensa que su aumento tendría que ver con la disminución de algunas poblaciones de aves que, en condiciones normales, sirven de reservorio natural de la bacteria y contienen la transmisión. Al aumentar paralelamente las poblaciones de roedores, que también son transmisores, se habría favorecido el salto a la especie humana. De esta manera, los procesos que aceleran la extinción de especies salvajes también permiten una mayor transmisión de los virus animales a humanos, un proceso conocido como zoonosis.

Se pueden establecer tres grupos de especies implicadas en los procesos de zoonosis: los animales domésticos; las especies bien adaptadas a los ambientes más humanizados, como son algunos roedores y murciélagos; y las especies en amenaza, aquellas que se encuentran en peligro debido al comercio, la caza, la degradación del hábitat y la urbanización desmedida (cabe mencionar que estas últimas tienen el doble de probabilidad de ser vectores de virus zoonóticos que las que están amenazadas por otros motivos). En las últimas décadas estos virus zoonóticos, que están en la naturaleza, han pasado a las personas con más frecuencia, mientras que en épocas anteriores la propia naturaleza “diluía el impacto de dichas enfermedades entre los distintos organismos y especies”. Ejemplos de estos virus zoonóticos de las últimas décadas son el Ébola, cuya proliferación se debió a la comercialización de carne de animales salvajes; el SARS, que surgió debido a la proximidad entre murciélagos, carnívoros y consumidores humanos; el Zika y el Dengue, que se difunden debido a la comercialización de neumáticos usados, los cuales colectan agua y permiten el desarrollo de larvas de mosquitos que poseen los virus; y ahora el COVID-19, que, aunque aún hay dudas sobre su origen, algunos expertos aseguran que se trata de una zoonosis. Esta proliferación de los virus zoonóticos ha cambiado en el tiempo debido únicamente a nuestro impacto en el medio ambiente, el cual se refleja en la explotación de las especies, la reducción de sus ecosistemas y la pérdida de la biodiversidad.

De esta manera, la humanidad se está poniendo a sí misma en doble peligro: estamos permitiendo la creación de enfermedades emergentes y también destruyendo la frágil biodiversidad que proporciona servicios ecosistémicos de los que nos beneficiamos día a día. Se nos presenta con esto una importante oportunidad para producir un cambio de mentalidad real abogando por la protección de la biodiversidad, ya que esta es clave en la salud humana para poder reconstruir los ecosistemas altamente dañados producto del actuar humano que ha crecido a costas del planeta. Es por esto que se debiese generar un concreto y estricto plan de acción por parte de todos los entes involucrados en esta situación

Programas de reconstrucción posterior a la pandemia:

— Cuidar los beneficios invisibles de la naturaleza, como es el caso del control de la propagación de las enfermedades zoonóticas, la polinización, el control de las especies invasoras, o la regeneración natural de las aguas, la cual de no funcionar se puede sustituir artificialmente por depuradoras, entre otros.

— Adoptar hábitos diarios sostenibles, como por ejemplo: fomentar el uso de la bicicleta, incentivar a reducir, reutilizar y reciclar los desechos producidos por las personas, promover la creación de huertos urbanos.

— Exigir cambios estructurales al gobierno, tales como:

1.- Impulsar una economía ecológica, con una mirada hacia una sociedad sostenible, adaptativa, resiliente y circular.

2.- Firmar el acuerdo de Escazú, implementar efectivamente el Acuerdo de París y el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB).

3.- Promover la implementación de leyes ambientales que velen por el bienestar del medio ambiente, junto con una fiscalización más efectiva y rigurosa.

Para complementar esta información, te sugerimos leer la nota Múltiples crisis y una salud: La interconexión entre el bienestar humano, animal y ambiental de Javiera Lecourt en nuestro Blog. Y si deseas una explicación más didáctica, te invitamos a ver este excelente video sobre la relación entre las pandemias y la biodiversidad.  

Referencias:

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