Esta nota pertenece a Fernanda Contreras Contreras, colaboradora de la Organización. Contacto: fconi.contreras@gmail.com
Es inevitable hablar de sustentabilidad sin considerar la crisis sanitaria, social y económica que nos afecta actualmente. Encerrados en nuestros hogares, me pregunto ¿era posible predecir qué esto podía ocurrir? La respuesta aparece ahí, cuando miro por la ventana con urbes que parecen tener personalidad propia, sus rincones atestados de basura, casas en ruinas, animales que fueron domésticos buscando comida, personas sobreviviendo el día a día algunos de la limosna que puedan recibir de las personas o de los basureros. Son el símbolo de sometimiento que se ha aplicado en todos los rincones del planeta.
El desarrollo socioeconómico nos ha alejado de nuestra naturaleza, poco entendemos del funcionamiento del sistema de vida actualmente, nos llenamos de miedos a lo desconocido, como la muerte – ¡cuando es parte de lo que nos hace seres vivos! – igual que el resto de flora y fauna que convive en este planeta.
Comprender el sometimiento que nos ha presionado a una cadena de acciones individualistas, comprender nuestra solitaria fragilidad, dar ese paso, replantearnos el valor que le otorgamos a las cosas y acciones, ese valor alejado de lo económico, la colaboración y el apoyo mutuo, son parte de las acciones que requerimos para afrontar las distintas crisis que podemos vivir como sociedad.
Del sometimiento viene la resistencia, la que empieza desde abajo, en el apoyo entre vecinos en la olla común en el vecindario, la limpieza de paraderos, la organización en las compras, a la organización de espacios comunitarios. Levantar espacios de resistencia tiene una importante relevancia actualmente, ante el desamparo de la institucionalidad a la población más vulnerable. Es la propuesta inicial de construcción de huertos urbanos la que busca entregar la oportunidad de ser soberanos de nuestra alimentación, la entrega de conocimientos perdidos en nuestra cultura es la reivindicación de uno derecho primordial para la vida, el acceso a la alimentación.
La oportunidad de alimentarnos basado en las oportunidades que nos entrega nuestro entorno sin perjudicar nuestro ambiente ni acuestas de la mano invisible del mercado. Es así como lo plantea The Six Pillars of Food Sovereignty, developed at Nyéleni, 2007 en seis pilares ((Seguridad y soberanía alimentaria. (Documento base para la discusión) Gustavo Gordillo. Obed Méndez Jerónimo FAO 2013 )):
1. Se centra en alimentos para los pueblos.
▪ Pone la necesidad de alimentación de las personas en el centro de las políticas.
▪ Insiste en que la comida es algo más que una mercancía.
2. Pone en valor a los proveedores de alimentos.
▪ Apoya modos de vida sostenibles
▪ Respeta el trabajo de todos los proveedores de alimentos.
3. Localiza los sistemas alimentarios
▪ Reduce la distancia entre proveedores y consumidores de alimentos.
4. Sitúa el control a nivel local.
▪ Lugares de control están en manos de proveedores locales de alimentos.
▪ Reconoce la necesidad de habitar y compartir territorios.
▪ Rechaza la privatización de los recursos naturales.
5. Promueve el conocimiento y las habilidades
▪ Se basa en los conocimientos tradicionales.
▪ Utiliza la investigación para apoyar y transmitir este conocimiento a generaciones futuras.
▪ Rechaza las tecnologías que atentan contra los sistemas alimentarios locales.
6. Es compatible con la naturaleza
▪ Maximiza las contribuciones de los ecosistemas
▪ Mejora la capacidad de recuperación
▪ Rechaza el uso intensivo de energías de monocultivo industrializado y demás métodos destructivos.
Siendo las urbes responsables del 80% de las emisiones GEI, contribuyendo un total de 5 Toneladas de CO2 per cápita al 2018 en Chile ((Chile – Emisiones de CO2 datosmacro.com)), con un país altamente golpeado por la prolongada sequía producto del saqueo y la propia vulnerabilidad del territorio al cambio climático, el existente aumento prolongado de las áreas de desertificación, afectando duramente la agricultura campesina, que cumple el rol de asegurar una independencia alimentaria. La agricultura urbana es una oportunidad para apoyarnos comunitariamente en la adquisición de productos, en contrarrestar el cambio climático como parte necesaria de la adaptación, la captación de gases de carbono, la permeabilidad de los suelos y la regulación de temperatura.
La pandemia nos ha mostrado las precarias condiciones de vida que tenemos, la ausencia de seguridad alimentaria, salud y trabajo, del perjudicial sistema socioeconómico que afecta a comunidades y ecosistemas por igual. Es también una oportunidad de revalorizarnos desde nuestra espiritualidad, social y ambientalmente. De repensar como queremos nuestras comunidades ahora y en el futuro, y esforzarnos en la construcción de una sociedad con derechos e igualdad de oportunidades considerando las propias necesidades de la Naturaleza y quienes la integran (humanos, flora, fauna y ecosistemas).