¿Por qué se desencadenó esta crisis?
¿Cómo llegamos a este punto?
¿Algo cambiará a partir de ahora?
Estas son algunas de las preguntas que me he realizado sin descanso desde que el COVID-19 fue declarado pandemia y nuestra realidad dio un giro en 180 grados. No son preguntas fáciles de responder, y muchas no tienen o tendrán respuesta pronta; sin embargo, creo necesario tratar de abordarlas desde lo personal y desde lo colectivo.
Se dice que nos enfrentamos a una
de las crisis más grandes de la historia contemporánea:
En lo económico se plantea que viviremos
una recesión más profunda que la producida por la Gran Depresión de 1929, con
una crisis global que aumentará la deuda de los países desarrollados y
emergentes a cifras inmanejables por los organismos económicos mundiales (1).
Ante este escenario, países como EE. UU. y China (grandes potencias y grandes contaminadores)
han comenzado a flexibilizar las normas y controles ambientales con el objetivo
de incentivar y reactivar la economía, la cual querámoslo o no sigue
dependiendo de los combustibles fósiles (2).
En lo social, se dice que nos
tendremos que adaptar a nuevas realidades donde el distanciamiento, el lavado
de manos, la virtualización de la vida y lo íntimo dominaran la escena hasta
que se desarrolle una vacuna o el virus “se vuelva buena persona”. Una nueva
normalidad que, por muy necesaria que sea, no hace más que agudizar y develar
las profundas desigualdades sobre las cuales se fundan los pilares del sistema
mundial.
¿Como hablar de distancia social
si existen comunas donde el promedio de tamaño de las viviendas es 44 m2
y 3,5 personas por hogar (3)? ¿Como le exigimos un lavado de manos constante a
los habitantes de Petorca, Cabildo o La Ligua que sobreviven con 50 litros de
agua por persona (4)? ¿Como enfrentamos la crisis sanitaria en zonas donde la
emanación constante de gases tóxicos por termoeléctricas (que no ha parado
durante la crisis) ha generado una tasa de incidencia de cáncer 3 veces mayor a
la nacional (5)?
Y es que, en esta crisis
sanitaria los factores económicos, sociales y ambientales nos determinan al
momento de intentar adaptarnos ante las vulnerabilidades a las cuales nos
enfrentamos.
One Health
El concepto de “one health”
reconoce que la salud de las personas, animales y medio ambiente están
interconectadas, que no es posible trabajarlas por separado y es necesario un
enfoque multidisciplinario para enfrentar los desafíos actuales y futuros.
Este concepto no es nuevo ni nace
a raíz de la actual pandemia. En 2008 la OMS, FAO y OIE [1]
lo adoptan formalmente con el objetivo de abordar los problemas sanitarios
desde la interfaz humano-animal-ambiente, entendiendo que los desafíos de salud
a nivel global iban a provenir desde esta esfera. Entre los desafíos que se
propusieron enfrentar están la resistencia a antimicrobianos, la disponibilidad
e inocuidad del agua y, la prevención de la propagación de zoonosis (5).
Las zoonosis son aquellas
enfermedades transmisibles de animales a seres humanos (6), las que no son ni
poco comunes ni poco frecuentes. Según la OIE (6):
– 60% de las enfermedades humanas son zoonóticas
– 75% de los agentes patógenos de las enfermedades infecciosas emergentes del ser humano (incluida s tipos de influenzas zoonóticas y VIH) son de origen animal
– 3 de 5 enfermedades que surgen año a año, son de origen animal.
El COVID-19 es una zoonosis,
ya que, si bien aún no se tiene certeza absoluta de su origen, se cree que fue en
mercados en los cuales el tráfico y sacrificio de animales exóticos es común,
al igual que la preparación de alimentos con estos mismos animales sacrificados
(7).
Pero las zoonosis no solo surgen
a partir del tráfico de animales exóticos. La mayoría de estas se desarrollan
en faenas de producción de carne animal para consumo humano, donde debido al
hacinamiento, políticas de aseo deficientes y abuso de antibióticos, se
desarrollan enfermedades que se transmiten hacia los humanos de forma viral,
por contacto con fecas o por la misma carne que se produce allí.
Los organismos internacionales
mencionados anteriormente han generado una serie de pautas para controlar las
zoonosis, entre las cuales se encuentra la vacunación masiva de mascotas para
prevenir la rabia o el desarrollo de protocolos más estrictos para la crianza,
sacrificio, procesamiento y venta de productos de origen animal (8). Sin embargo,
a pesar que algunos brotes han sido controlados, las zoonosis están lejos de
desaparecer, ya que el aspecto fundamental de su origen no ha sido normado aún:
el abuso del ser humano hacia la naturaleza en su conjunto.
¿Una, dos, tres crisis?
La presencia humana siempre va a
generar un impacto en los ecosistemas, ya que nuestra sola presencia altera las
relaciones naturales existentes. Desde la revolución industrial que este impacto
ha aumentado de manera considerable; sin embargo, desde antes que nuestros
niveles de GEI comenzarán a aumentar de manera descontrolada, desarrollamos
una forma de relacionarnos con la naturaleza basada en la explotación,
extracción y abuso de sus servicios ecosistémicos. Todo lo que nos rodea es
un recurso, todo lo que nos rodea lo podemos explotar, ya sea la naturaleza,
los animales e incluso, otros seres humanos. Una lógica de producción y
crecimiento infinito en un mundo finito que estamos destruyendo minuto a
minuto.
Probablemente en unos meses más
se desarrolle una vacuna que nos permita volver a la normalidad, pero no
olvidemos que esa misma normalidad nos llevó a donde estamos hoy. Tal como el
retorno a la normalidad no puede darse poniendo en riesgo la vida de la población,
tampoco puede darse flexibilizando los criterios ambientales que tanto ha
costado instaurar en nuestra legislación, como tampoco manteniendo un sistema
que cree que el abuso hacia los animales puede matizarse con normativas de
sanidad que no abordan el fondo del problema.
La nueva normalidad debe implicar una nueva mentalidad, en la cual entendamos que la protección del medio ambiente en todas sus dimensiones es fundamental para mantener la vida en la tierra. Las crisis son también oportunidades, aprovechémoslas.
Fuentes
- https://www.eleconomista.es/economia/noticias/10451625/03/20/Reinhart-La-crisis-creada-por-el-coronavirus-sera-la-mayor-desde-la-Gran-Depresion.html
- https://elpais.com/sociedad/2020-03-27/ee-uu-y-china-suavizan-sus-controles-medioambientales-por-la-crisis-del-coronavirus.html
- https://www.cnnchile.com/coronavirus/hogares-vitacura-18-mts2-puente-alto_20200413/
- https://www.latercera.com/que-pasa/noticia/petorca-vivir-la-pandemia-en-medio-de-la-peor-sequia-en-700-anos/5AMA65PMJRDEJNJYRDKGTHRPUE/
- https://www.elmostrador.cl/noticias/pais/2011/11/10/el-mapa-del-cancer-en-antofagasta/http://www.scielo.edu.uy/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1688-48092018000200046
- https://www.oie.int/es/para-los-periodistas/una-sola-salud/
- https://theconversation.com/los-expertos-siguen-buscando-el-origen-del-covid-19-por-que-es-preocupante-133695
- https://www.oie.int/fileadmin/Home/esp/Media_Center/img/Infographias/A4-ES-WEB.pdf
[1]
OMS: Organización mundial de la salud. FAO: Organización de las Naciones Unidas para la
Alimentación y la Agricultura (en ingles Food and Agriculture Organization).
OIE: Organización mundial de sanidad animal